Nunca es tarde para crear conciencia
Hace 40 años, un 22 de abril de 1970, el senador estadounidense Gaylord Nelson proponía la declaración del Día de la Tierra, una jornada ambientalista destinada a crear conciencia ante los peligros de la contaminación global que amenazan al planeta Tierra.
La década del ‘70 marcó el inicio de una verdadera lucha política por parte de los ambientalistas, quienes fueron radicalizando cada vez más sus discursos ante la falta de respuestas por parte de los gobernantes.
El siglo XXI recibió el conflicto ambientalista con niveles altamente politizados, alejándose muchas veces de la ciencia. Durante estas décadas, no faltaron ocasiones donde muchos militantes se autoproclamaron ecologistas; o, muchos ecologistas, con el objetivo de cambiar las políticas de contaminación global, distorsionaron estudios científicos para elevar la alarma sobre la sociedad y las clases dirigentes.
El Día de la Tierra forma parte de esta historia de lucha y militancia. Tal es así que, por ejemplo, si visitas el sitio web del Día de la Tierra 2010, hallarás imágenes predominantemente políticas, que muy poco nos recuerdan a nuestro planeta.
Por eso, en este día que pretende homenajear a la Tierra, no está de más que alguien mencione, desde la objetividad de la ciencia, qué es lo que la hace tan especial en el Universo entero. Y también, por qué no, qué es lo que la hace única desde la subjetividad humana.
El descubrimiento de exoplanetas (planetas fuera de nuestro Sistema Solar) es un campo relativamente nuevo dentro de la astronomía. El primer planeta extrasolar fue descubierto apenas hace 15 años, y desde entonces se fueron encontrando indicios de unos 451 planetas orbitando otras estrellas.
La cifra podría parecer a simple vista alentadora, teniendo en cuenta los pocos años transcurridos desde el primer descubrimiento. Pero lo cierto es que la gran mayoría de estos planetas son gaseosos, o directamente enanas marrones (gigantescos Júpiters). Si bien se descubrieron indicios de planetas sólidos como la Tierra, cualquier ilusión de siquiera saber algo más de ellos pertenece al campo de la ciencia ficción.
Un lugar privilegiado
Por lo que sabemos, la Tierra es un lugar realmente especial, no sólo dentro del Sistema Solar, sino en el Universo entero. Para que la vida se desarrolle y sobreviva, se tiene que dar una combinación de fenómenos prebióticos increíblemente inusual.
Ante esta verdad atronadora, el astrónomo probablemente sea el ambientalista más convencido de todos. ¿Cómo no serlo, conociendo las distancias que lo separan de cualquier alternativa desconocida, y sabiendo que está pisando un planeta verdaderamente perfecto?
La singularidad científica de la Tierra, su especial ubicación respecto al Sol, la existencia de elementos sólidos y líquidos, la creación de una atmósfera protectora, y un sinfín de factores hacen de nuestro planeta un escenario irrepetible para la vida.
Pero es también la incapacidad humana de optar por cualquier otra posible alternativa planetaria lo que probablemente encienda la preocupación de la mayoría de los ambientalistas, en su mayoría centrados en la supervivencia de los hombres y mujeres y de algunos animales.
En este sentido, probablemente no existan mejores palabras para “crear conciencia” en este mal llamado Día de la Tierra que las reflexiones del gran Carl Sagan.
Carl Sagan no era ni ecologista, ni ambientalista, ni militante: era un astrofísico que se refería magistralmente al planeta Tierra como un pequeño y pálido punto azul, perdido en el medio de la nada.
Por lo que sabemos, la Tierra es un lugar realmente especial, no sólo dentro del Sistema Solar, sino en el Universo entero. Para que la vida se desarrolle y sobreviva, se tiene que dar una combinación de fenómenos prebióticos increíblemente inusual.
Ante esta verdad atronadora, el astrónomo probablemente sea el ambientalista más convencido de todos. ¿Cómo no serlo, conociendo las distancias que lo separan de cualquier alternativa desconocida, y sabiendo que está pisando un planeta verdaderamente perfecto?
La singularidad científica de la Tierra, su especial ubicación respecto al Sol, la existencia de elementos sólidos y líquidos, la creación de una atmósfera protectora, y un sinfín de factores hacen de nuestro planeta un escenario irrepetible para la vida.
Pero es también la incapacidad humana de optar por cualquier otra posible alternativa planetaria lo que probablemente encienda la preocupación de la mayoría de los ambientalistas, en su mayoría centrados en la supervivencia de los hombres y mujeres y de algunos animales.
En este sentido, probablemente no existan mejores palabras para “crear conciencia” en este mal llamado Día de la Tierra que las reflexiones del gran Carl Sagan.
Carl Sagan no era ni ecologista, ni ambientalista, ni militante: era un astrofísico que se refería magistralmente al planeta Tierra como un pequeño y pálido punto azul, perdido en el medio de la nada.
Por esta razón, cabe preguntar: ¿Qué piensas hacer en este Día de la Tierra? ¿Comenzarás finalmente a reciclar lo que descartas como basura? o ¿dejarás de usar tanto plástico? ¿O consumirás menos electricidad?
La respuesta está en cada uno de nosotros. La Tierra depende de nuestras decisiones. Si son las correctas, la tendremos por mucho tiempo más. Si no hacemos nada, o hacemos lo incorrecto, su futuro está en peligro. Y el nuestro también